jueves, 23 de febrero de 2006

Esperando el batacazo

Sociedad
Esperando el batacazo

¿Prepara el gobierno a la opinión pública para la eliminación de los
mercados agropecuarios?

José Hugo Fernández, Ciudad de La Habana

jueves 23 de febrero de 2006

Cunde el pánico entre la gente de aquí cada vez que la prensa oficial
dedica algún espacio a temas controvertibles y que representan
prioridades para el interés común. Sobre todo cuando se trata de
trabajos críticos relacionados con la comercialización de bienes y
servicios por cuenta propia, y muy especialmente con productos alimentarios.

No es para menos. Porque hasta los más lelos saben que la presencia de
temas tales en los periódicos, muy rara vez responde a la iniciativa de
quienes los firman o de sus jefes inmediatos, sino más bien a órdenes
dictadas "desde arriba".

Por tanto, su publicación constituye una avanzada de nuevas
disposiciones estatales que generalmente perjudican a la mayoría. Es
práctica habitual. Así que tan pronto se publica la "crítica
periodística", nos ponemos a temblar, esperando el batacazo.

Es justo lo que ocurre en estos días, luego de que el periódico Granma
anunciara (el pasado viernes 10 de febrero) el inicio de la publicación
de una serie de trabajos con el propósito de (cita textual) "abordar un
amplio análisis sobre la producción, el acopio, la distribución y
comercialización agropecuaria, la formación de precios, los impuestos y
la falta de control que ha propiciado la actividad inescrupulosa de
intermediarios que lucran a costa de las necesidades de la población".

Nótese que en el propio enunciado está explícito el primer error de
enfoque, revelador en sí mismo de una de las conclusiones a las que sin
duda arribará el "amplio análisis". Resulta que según este periódico, es
la falta de control (estatal, por supuesto) lo que ha propiciado "la
actividad inescrupulosa de intermediarios...". Y nótese que tal
afirmación, categórica, sin margen para discusiones, se adelanta a
partir de una supuesta defensa del pueblo.

Pero el pueblo conoce que la actividad, inescrupulosa o no, de los
intermediarios no nació del espíritu santo, sino que es consecuencia
directa de la falta de eficiencia del gobierno para producir, distribuir
y comercializar los productos agrícolas mínimamente indispensables. Lo
sabemos porque es historia antigua. Y no menos podría decirse sobre los
altos precios, los que, por cierto, no sólo gravitan en las tarimas del
comercio independiente, sino también en las pertenecientes al Estado.

Una entrevista

Si así nos muestran el portal, casi no necesitamos ver la casa. No
obstante, no sería justo, ni siquiera inteligente, indisponerse en la
víspera. Vale más esperar por lo que suceda, una vez realizado el
"amplio análisis" de Granma.

Aunque, de hecho, el primer trabajo publicado, una entrevista a Orlando
Lugo Fonte, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), muestra a las claras el origen y las verdaderas bases
del problema, con todo y la posición desde la cual se expresa este
hombre, que es diputado y miembro del Consejo de Estado.

Aunque no sea más que para ofrecer una idea de la dirección hacia la
cual debieran ir los tiros, vale la pena reproducir algunos comentarios
sueltos de Lugo Fonte, en particular los que guardan relación con el
fenómeno de los intermediarios.

Según palabras textuales del presidente de la ANAP: "Si la empresa
(estatal) o la cooperativa cumpliera, recogiera los productos a tiempo,
los pesara y pagara en el término de 30 días, no habría tantas
ilegalidades".

¿Y qué sucede en la práctica? Sucede que las cosechas se pudren, se
pierden propiedades en el campo sin que aparezca la empresa estatal que
debe acopiarlas para su comercialización. Y sucede, según Lugo Fonte,
que "a veces pasan meses sin que los productores reciban el dinero por
las cosechas entregadas". Sucede que "...cada vez que hacemos un
levantamiento, hay 15 millones o 20 millones de pesos que se les deben a
los productores por parte de los ministerios de la Agricultura y del
Azúcar".

Entonces sucede que como consecuencia: "Los intermediarios que van a los
campos llevan dinero en el bolsillo. Si se encuentran con un campesino
que lleva esperando varios días a que le recolecten sus productos, ese
agricultor opta por vender a esa persona, antes de que se pierdan".

Porque, además, puntualiza el jefe de los pequeños agricultores cubanos:
"Este intermediario pesa la mercancía y paga al contado". Algo que no
hacen las instancias estatales, las cuales no sólo demoran
indefinidamente sus pagos, violando la ley, sino que ni siquiera pesan
delante del dueño los productos que cargan, pues "por lo general las
empresas de Acopio pesan en su nave de recepción, y después le informan
al campesino, pero eso queda a la voluntad de uno o dos funcionarios (…)
Por ejemplo, en el caso de la ganadería, hay muy pocas pesas para los
animales. El campesino sólo puede vender una vaca o un toro al
representante del Estado. Ese funcionario calcula el peso del animal y
lo clasifica sobre la base de su criterio".

Razones para sospechar

Tal vez bastarían estos breves y muy cuidadosos testimonios para ir
comprendiendo el papel jugado por el gobierno en el surgimiento y
propagación de la "actividad inescrupulosa" de los intermediarios. Igual
que bastan para esbozar una comparación entre ellos y los funcionarios
(estatales) de acopio, si es que a la falta de escrúpulos queremos
referirnos.

Sin embargo, considerando antecedentes, existen razones para sospechar
que justo las cabezas de los intermediarios y, por extensión, las del
comercio por cuenta propia, serán las primeras (quizá las únicas) que
rueden como resultado de esta nueva serie crítica.

No en balde está cundiendo el pánico. Es algo que se nota desde ya,
tanto en muchas tarimas vacías de los agromercados llamados "de oferta y
demanda", como en la consternación de la gente ante los vendedores que
se precipitan a dejar la raya apenas comienzan los enjuiciamientos.

Quiera la providencia que no estemos tropezando otra vez con la
histórica obsesión del régimen por mantenerlo todo entre sus manos,
fuertes y hábiles para apretar, pero para nada más.

Por si las moscas, habrá que ofrecerle flores frescas a San Lázaro,
aliviador de la agonía, rogándole que el mencionado despliegue
periodístico de Granma sea algo más que un pretexto para introducir otro
capítulo de esa sufrida telenovela por entregas a la que podríamos
llamar "Paredón para el trabajo independiente". Y habrá que apurarse
para comprar las flores, no sea que también se nos pierdan, detrás o
delante de los intermediarios.

Y que a nadie le extrañe. Ya que durante decenios, antes de que surgiera
aquel primer mercado libre campesino, para ver en La Habana (y sólo
desde lejos) flores frescas, había que trasladarse hasta el último piso
de la funeraria de Calzada y K, a la capilla bautizada por el pueblo
como 64, número que significa "muerto grande" en la charada.

Para no hablar del largo e insólito destierro de la malanga, el plátano,
la yuca, la berenjena, el boniato, los frijoles recién cosechados, el
ñame, la carne de cerdo (no mencionemos otras); o de casi todos los
vegetales y hortalizas; o de las frutas en generalidad, desde la ciruela
hasta el melón, arrasados de raíz (por un tornado con denominación
estatal: Cordón de La Habana), y no vueltas a ver más que en fotografías
viejas, hasta el día en que, con la soga al cuello, no les quedó otro
remedio que despenalizar la actividad "inescrupulosa" de los independientes.

* Luego de la redacción de este artículo, han aparecido en el diario
Granma otros reportajes "críticos" sobre los mercados agropecuarios.

URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/esperando_el_batacazo

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