martes, 22 de mayo de 2007

NEGOCIOS SÍ, PERO CON ÉTICA

NEGOCIOS SÍ, PERO CON ÉTICA
2007-05-21.
Oscar Espinosa Chepe, Economista y Periodista Independiente

La Habana, 21 de Mayo de 2007. La experiencia enseña, en particular la
cubana, que los embargos y los obstáculos a las relaciones entre los
pueblos, lejos de facilitar los cambios hacia la democracia y el respeto
a los derechos humanos, contribuyen al establecimiento de coartadas y
aislamiento de los ciudadanos; elementos indispensables en las
estrategias del totalitarismo para implantar su dominio absoluto por
medio de la tergiversación de la realidad y la creación de falsos
enemigos externos, utilizables para edificar un control total sobre la
sociedad y justificar la represión despiadada sobre los que se atrevan a
disentir.

Como consecuencia, las naciones democráticas que deseen contribuir a la
desaparición del totalitarismo deberían desarrollar políticas dirigidas
a fortalecer los vínculos con los pueblos sometidos por gobiernos de esa
índole. Los contactos culturales, deportivos, científicos, académicos y
en todos los ámbitos posibles, incluyendo el turismo, pueden influir muy
positivamente en el camino hacia la libertad.

No es casual que durante muchos años las autoridades cubanas bloquearon
el turismo, a pesar de las reconocidas potencialidades de la Isla para
desarrollarlo, temerosas de las influencias ideológicas foráneas. La
reaparición de esa actividad se debió a la debacle causada por la
pérdida de las subvenciones de la Unión Soviética y los países afines,
pero nada más aparecidas las subvenciones de Venezuela resulta evidente
el interés de, al menos, paralizar el crecimiento de la industria sin
humo y priorizar la llegada de los visitantes a cayos o zonas sin fácil
contacto con la población local.

En igual sentido podría hablarse del comercio, las inversiones
extranjeras y otras formas de colaboración, como la formación de
empresas mixtas con naciones de economía de mercado, años atrás vistas
por el régimen como un peligro y hoy como un mal inevitable -dadas sus
dificultades actuales-, por crear vínculos y compromisos con supuestos
enemigos, portadores del virus de la democracia y el libre pensamiento.

Los lazos económicos, comerciales y financieros son forjados mediante
contactos personales, estableciéndose relaciones que pueden terminar en
el temido contagio y la adicción por la libertad. El modelo ideal en la
concepción totalitaria sería aislar completamente a las poblaciones bajo
control, para así, privadas de información y absolutamente manipuladas
por el estado, puedan ser manejadas con facilidad.

De lo anterior se deduce que los acuerdos con países democráticos y de
economía de mercado, además de ser suministradores del necesario capital
y tecnologías de punta, son fuentes potenciales de democracia y
libertad. Sin embargo, existe el peligro de que en el contexto de las
negociaciones para las inversiones extranjeras y la creación empresas
mixtas predominen tendencias mezquinas, que aprovechándose de las
situaciones internas de los países, terminen con concesiones poco
éticas en detrimento de los derechos de los pueblos.

En Cuba existen ejemplos de estos indeseados problemas que pueden
limitar considerablemente los efectos beneficiosos de los acuerdos
económicos como promotores de la democracia. En los hoteles y otras
instalaciones turísticas con la participación de capital extranjero o
bajo contrato de administración, a los cubanos no se les permite el
acceso, por lo que cooperan con el apartheid existente.

Tampoco las firmas extranjeras deberían aceptar los mecanismos
establecidos por el gobierno cubano para la contratación de los
trabajadores a través de una empresa estatal, que impone preferencias
políticas y cobra los salarios en divisas, mientras paga a los
nacionales en el depreciado peso, que ni el propio estado acepta como
medio de pago en la mayoría de sus establecimientos comerciales.

Este intermediario rescinde los contratos arbitrariamente, sin derecho a
reclamación por parte de los empleados. A esas violaciones se suman la
prohibición de la libre sindicalización, el derecho a huelga y la
defensa de los legítimos intereses de los trabajadores, que serían
privados de los empleos ipso facto si se atreven a reclamar. De esta
forma se violan muchos convenios adoptados en la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), que el gobierno cubano ha suscrito.

Si bien, como ha sido señalado, las inversiones y los convenios de
cooperación económica, incluidas las empresas mixtas, pueden ser
factores positivos para pueblos sometidos a regímenes totalitarios, sin
olvidar los beneficios lógicos para las entidades que arriesgan su
capital, no es menos cierto que estas operaciones deben realizarse sobre
la base de principios éticos y en modo alguno representar alianzas de
facto con gobiernos totalitarios.

Cuando próximamente la Unión Europea reexamine su posición hacia el
gobierno de Cuba, sería conveniente el análisis de las inversiones y
otros negocios, teniendo en cuenta esos problemas y la posibilidad de
que puedan establecerse ciertas normas de conducta que, al mismo tiempo
que tengan en cuenta los beneficios lógicos para las empresas
inversionistas, también consideren principios éticos vigentes en las
legislaciones de los países miembros, así como los acuerdos adoptados
en materia laboral en la Organización Internacional del Trabajo.

El pretexto del respeto a las leyes de países totalitarios, no es más
que una coartada para tratar de justificar lo injustificable, la
violación del derecho de los pueblos a la libertad y a su soberanía.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10198

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