domingo, 29 de julio de 2007

POR QUÉ NO PODEMOS CREER QUE LA ECONOMÍA CUBANA HA CRECIDO UN 12,5% EN 2006? (2)

¿POR QUÉ NO PODEMOS CREER QUE LA ECONOMÍA CUBANA HA CRECIDO UN 12,5% EN
2006? (2)
2007-07-28.
Elías Amor Bravo, Economista, ULC

En un trabajo anterior, sostuve que las cifras relativas al crecimiento
de la economía cubana, un 12,5% en 2006, en absoluto se corresponden con
la realidad. Estos datos aparecen en la publicación reciente de CEPAL
Estudio económico de América Latina y el Caribe 2006-2007, en su 59ª
edición, y al igual que en el año anterior han sido objeto de un
tratamiento separado, como consecuencia de la negativa de las
autoridades cubanas a aceptar la metodología empleada por la prestigiosa
institución continental.

En dicho trabajo expuse por qué creo que el crecimiento de la economía
cubana no puede ser del 12,5%, y analicé con detalle la incidencia
negativa del sector exterior. Ahora toca identificar si el estímulo del
crecimiento pudo tener su origen en la demanda interna. La conclusión es
poco optimista.

El Informe de CEPAL sostiene que los sectores más activos de la economía
fueron construcción y comercio. El primero, con un avance del 37,7% con
respecto al año anterior, el segundo con un porcentaje de incremento del
22,6%. A mayor distancia, los servicios comunales, sociales y
personales, fuertemente dependientes del gasto corriente del Estado, se
han mantenido en una tasa de variación del 10,6%.

Vaya por delante que en una economía en la que los medios de producción
están en manos del Estado, y el consumo privado se halla en niveles muy
limitados, cualquier expansión del multiplicador vía inversiones
públicas tropieza con serios límites conceptuales para su aceptación, al
menos a nivel teórico. Por lo tanto, desde el principio, no se puede
aceptar la correlación entre construcción y consumo en la economía
cubana, motores de un crecimiento económico más característico de una
economía avanzada y de libre mercado.

Vayamos por partes. El crecimiento de la construcción, según CEPAL,
tiene su origen en la inversión pública. Lógico si se tiene en cuenta
que el régimen de propiedad existente en el país pasa por el control
absoluto de los activos existentes. En ausencia de derechos de
propiedad, lo público pasa a ser predominante. Entonces, conviene
preguntarse de dónde procede el dinero que se destina a la inversión
pública.

La respuesta es obvia, de los ingresos obtenidos por el Estado, que en
Cuba, una vez más, son la práctica totalidad. Esto nos obliga a prestar
atención a la política fiscal. En el capítulo de gastos públicos, con un
aumento del 17,1% real, los gastos de capital aumentaron un 55%, cifra
importante, pero que se tiene que valorar detenidamente.

El Informe de CEPAL señala que aun siendo elevado este aumento, la
participación de los gastos de capital en el PIB tan sólo aumenta del
6,6% al 9,4% porcentaje que es insuficiente si realmente se pretenden
remover los obstáculos que frenan el desarrollo de la economía, y desde
luego, uno de los más bajos del continente.

Actualmente, la inversión alcanza el 13,1% del PIB. No deja de ser
curioso que la estructura fiscal del régimen comunista dependa en mayor
medida de los gastos corrientes que de los relativos a inversión en
infraestructuras. Esa política de gasto con vocación de escasa
permanencia es lo que explica el estado de atraso y de destrucción del
capital productivo que caracteriza a la economía cubana.

Además, es preciso tener en cuenta que no toda la inversión pública
habrá ido dirigida a la construcción, si se tiene en cuenta que otros
sectores, como transporte, también se ven estimulados por esa corriente
de gasto. Las informaciones procedentes de la Isla relativas al
cumplimiento del plan de viviendas o la reparación de infraestructuras
dañadas por los ciclones apuntan a que buena parte de la inversión
pública habrá ido dirigida a recomponer lo destruido, de ahí que su
aportación en términos de valor añadido y obra nueva habrá sido limitada.

La impresión es que, detenido el plan de expansión hotelera por los
pésimos resultados del sector turístico, la construcción ha tenido un
comportamiento más de tipo paliativo de los desastres que de expansión y
capacidad nueva. Su contribución al crecimiento es, en tales
condiciones, limitada. Más aun, cuando el déficit público se ha
mantenido estable en el 3,2% del PIB y el peso del Estado en la economía
ha vuelto a experimentar un nuevo aumento, en línea con las políticas
adoptadas en los últimos años hasta situarse en el 63,1% del PIB, 12
puntos porcentuales más que en 2002, lo que deja muy escaso margen a
cualquier acción privada.

El comercio, según el Informe de CEPAL, ha registrado un crecimiento
como consecuencia del consumo privado. En un país en el que el
racionamiento está condicionando el potencial de compra de las familias,
y en el que el acceso a una relativamente amplia gama de bienes y
servicios viene determinado por la disponibilidad de divisas y por ende,
de moneda convertible de uso generalizado en las transacciones
comerciales, no está muy clara la determinación del gasto consumidor.

Además, dada la estructura de los ingresos fiscales del régimen
castrista, no conviene olvidar que el peso de la recaudación más
importante, el 44,6% del total, incide precisamente en el impuesto sobre
las ventas y servicios, que es un lastre para cualquier despliegue de
las actividades productivas en la Isla, como expertos independientes han
venido observando en los últimos años.

El Informe de CEPAL atribuye el alza del consumo a los aumentos de
pensiones y salarios decretados en los dos últimos años, que han llegado
a alcanzar el 8% del PIB, hasta una cifra de 4.260,9 millones de pesos
(el cambio extraoficial se sitúa en 24 dólares, con una ligera
apreciación) en particular, el del salario mínimo en un 125%. Con
salarios medios que rondan los 20 dólares, cabe preguntarse qué tipo de
expansión del consumo puede producirse en la Isla que sirva para
estimular el crecimiento económico. La respuesta quizás se encuentre en
el aumento imparable de la inflación, pero ese es asunto de otro análisis.

Por el contrario, sectores productivos que tienen un gran peso en la
economía cubana, como la agricultura, han experimentado serios
retrocesos en sus cifras, -6% la agricultura, ganadería, caza,
silvicultura y pesca, por segundo año consecutivo, no ofrece margen
alguno para el optimismo. La actividad industrial manufacturera apenas
aumenta un 1,9% cifra similar a la registrada el año anterior, 1,2%. La
minería registra igualmente cifras muy bajas, lastrada por la falta de
inversiones que permitan aumentar su capacidad productiva, 1,9%,
perdiendo las oportunidades que se derivan en los mercados mundiales. La
producción de electricidad, gas y agua, con un 3,4% tampoco ofrece
motivos para el optimismo.

En tales condiciones, la productividad de los principales sectores de la
economía cubana se resiente por la ausencia de estímulos, la falta de
inversiones productivas y la incapacidad del sistema comunista para
facilitar las condiciones de vida de los ciudadanos. Cabe preguntarse,
¿dónde está realmente ese crecimiento del 12,5% que se empeñan en
defender las autoridades castristas?

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10956

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