sábado, 28 de septiembre de 2013

Por qué el régimen de Raúl Castro no rinde cuentas?

Por qué el régimen de Raúl Castro no rinde cuentas?
Nunca, en una reunión del poder popular, un delegado de barrio hace un
balance del dinero que ingresó el municipio por concepto de impuestos.
Iván García Quintero
septiembre 26, 2013

Cuando no existe transparencia, queda una puerta abierta para el robo y
la corrupción. En Cuba el concepto de funcionario público está
tergiversado. Los mandarines se consideran una casta superior.
Intocables. Diferentes.

Que de hecho lo son. Viven mejor que el resto de los ciudadanos. Tienen
prebendas especiales. Y miran a la ciudad y sus penurias desde los
cristales polarizados de sus coches particulares.

No es que tengan cuentas millonarias secretas en Suiza, que los habrá.
De lo que se trata es que su discurso a favor de los desposeídos y las
injusticias no es compatible con su modo de vida.

Empecemos por los Castro. Tienen una red de cotos de caza y casas de
descanso por todo el país, como cualquier jeque árabe. Manejan el
presupuesto estatal como una cuenta privada.

Las cifras de dinero que paga el contribuyente en su seguridad personal,
gastos para reprimir disidentes, sobresueldos y regalías a altos
oficiales del ejército son secreto de Estado.

Un ciudadano simple no tiene manera de conocer de dónde provienen los
fondos de sociedades anónimas como RAFIN (propiedad de los hermanos
Castro) y se pregunta de dónde sale el capital de inversión para que
empresas militares establezcan sus negocios.

Los gestores públicos en una sociedad democrática y moderna se deben a
sus ciudadanos. En Cuba es todo lo contrario. En la isla se vive rodeado
de secretismo.

ETECSA, única empresa de telecomunicaciones, guarda bajo llave los datos
de sus ganancias e inversiones. El ministro de Salud Pública no
considera útil debatir con sus empleados por qué el régimen, a pesar de
ingresar entre 8 y 10 mil millones de dólares por concepto de
exportación de servicios médicos, el personal de salud en la isla
devenga salarios miserables y los hospitales se encuentran desvencijados.

Nunca, en una reunión del poder popular, un delegado de barrio hace un
balance del dinero que ingresó el municipio por concepto de impuestos y
cuáles son los proyectos o en qué lugares se harán nuevas inversiones.

Marino Murillo, el obeso zar de las tímidas reformas económica, no le
dice a la población el monto de dinero ingresado por las cadenas de
tiendas y centros de ocio en moneda dura administrados por el Estado.

Sin ir más lejos. La gente desconoce la cantidad de dólares que entró a
Cuba en el primer semestre de 2013 por las remesas familiares. Hay
esperar a que organismos internacionales ofrezcan el estimado. Datos que
no publican los medios nacionales: tienes que buscarlos en internet.

Quizás el Sultán de Brunei o el Emir de Qatar gocen de iguales
privilegios, como los que tienen el General Raúl Castro y sus
funcionarios, a la hora de manejar los asuntos económicos.

La primera gran reforma que se debiera hacer en Cuba es desterrar el
misterio, el silencio y el secretismo. Todos los cubanos, cualquiera que
sea su tendencia ideológica, tenemos derecho a saber cifras, políticas y
proyectos futuros en materia financiera.

Mientras los funcionarios estatales sigan gobernando como si fuesen
accionistas corporativos, manejando sin rendir cuenta de los ingresos
del país, el robo y saqueo del erario público siempre será una tentación.

El sistema de finanzas y la bondad de la prensa oficial propician la
corrupción y poca transparencia en la gestión económica.

Dentro de tres años, Raúl Castro y sus viejos camaradas deben pasar a
retiro. ¿Se mantendrá el sistema político y sus reglas de juego?

Los nuevos tecnócratas pudieran intentar cambiar de estilo. Una radical
reforma económica desde los cimientos es necesaria, pero antes se debe
desclasificar información de interés público.

Transparencias, rendición de cuentas monetarias y severas leyes
anticorrupción son la mejor medicina preventiva para los presuntos
delincuentes de cuello blanco.

Cuando el presidente de Cuba y sus ministros dejen de utilizar a los
medios como un eco amplificador de consignas huecas y respondan
preguntas incómodas, comenzarán a ganarse el respeto de la ciudadanía.

La credibilidad se gana con juego limpio. Y practicando eso que se llama
democracia.

Source: "¿Por qué el régimen de Raúl Castro no rinde cuentas?" -
http://www.martinoticias.com/content/opiniones-raul-castro-rendicion-de-cuentas-cuba/27886.html

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