miércoles, 15 de febrero de 2017

La pesadilla de ser jubilado en Cuba

La pesadilla de ser jubilado en Cuba
15 febrero, 2017 1:37 am por Steve Michael Pardo Valdés

Párraga, Arroyo Naranjo, Steve Maikel, (PD) Un sector importante de la
sociedad cubana vive en la indignidad, la miseria y la marginalidad, una
realidad totalmente ajena a la imagen idílica que se le vende al mundo y
convence a muchos ingenuos, y a otros no tanto, que ceden ante los
intereses, las prerrogativas y las dádivas castristas.

Mientras la maquinaria mediática gubernamental no hace más que ensalzar
la figura de Fidel Castro y los logros alcanzados, mientras se le da
crédito a las palabras del general-presidente, se desea silenciar la voz
de la disidencia y la prensa independiente, algunos piden desde otras
tierras que sea levantado el Embargo y totalmente normalizadas las
relaciones Cuba – Estados Unidos, pocos son los que abogan por el
respeto de los derechos humanos o para que se pongan en práctica
verdaderos cambios democráticos que mucho beneficiarían a mediano y
largo plazo al pueblo de Cuba.

Esencialmente, son los ancianos, y también los niños, los que más sufren
el descalabro económico del régimen, al no poder pagar los altos precios
que tantos años de política económica errónea, dirigida a golpes de
consigna y alejada de toda lógica económica y del mercado, han impuesto
como consecuencia.

La situación cada día se torna más grave e irreversible, teniendo en
cuenta además los altos niveles de envejecimiento poblacional, así como
el éxodo del sector más joven y productivo de nuestra sociedad.

Se precisa de una voluntad política que posibilite la creación de
estructuras funcionales, de nuevas visiones para encarar un problema
cuya solución futura se dibuja incierta.

Las tristes historias de los jubilados, de tanto tenerlas ante los ojos,
comienzan a parecernos cotidianas, irremediables, nos acostumbramos a ellas.

Resulta necesario hablar de ello, ponerlo en conocimiento de la gente,
sacarlo a relucir como asignatura pendendiente del gobierno, aunque
pueda resultar molesto.

Hay que hacerles visibles como seres humanos, que fueron y siguen siendo
útiles a la sociedad y no simples números de estadística, a los que se
les da la espalda, y de los que sí mucho se habla en los logros de
fábula del NTV, siempre ajeno a la vida real del cubano de a pie.

Hay que hablar de los hombres y mujeres que entre luces y oscuridades
arribaron a la vejez que también habrá de llegarnos algún día.

La mayoría de nuestros ancianos recibe la chequera de pensionado, como
resultado de los años que trabajaron para el estado. Una fórmula
maravillosa utiliza el Instituto Nacional de Asistencia y Seguridad
Social (INASS) para determinar el monto que cobrarán mensualmente y que
por lo general, exceptuando a militares y contados profesionales,
resulta casi burlesco.

Eso obliga a los jubilados realizar otros trabajos y a hacer malabares
para a duras penas poder llegar fin de mes. Unos revenden periódicos,
cucuruchos de maní, javas a la entrada de los agro mercados o turnos en
las colas de las agencias de pasaje y notarias. Otros trabajan como
vigilantes en las áreas de estacionamiento en los nuevos negocios que
surgen por doquier.

Más penoso aún son los que venden sus pertenencias o incluso artículos
que encuentran tirados en la basura.

Como diría un amigo, para comprender la realidad y el mundo espiritual
de los jubilados, hay que llegarse hasta un parque público, un mercado o
algún comedor comunitario del Servicio de Atención a la Familia (SAF, ya
conocemos la predilección del régimen por las siglas), y verles reunidos
allí, en una curiosa mezcla de esperanza y desolación, increíble
capacidad de resistencia y resignación.

Si bien es cierto que existe un programa conjunto de protección para
personas de la tercera edad, implementado y presupuestado por el
gobierno y llevado a a cabo por las direcciones de Salud Pública, el
Poder Popular y el Ministerio del Trabajo, resulta verdaderamente
deficiente y muy básico, mas tratándose de un sector tan vulnerable y
tan utilizado y esgrimido como estandarte de la revolución.

Pero, qué podemos esperar de un sistema que aun en plena vida laboral
paga a sus trabajadores salarios míseros que no permiten una vida
próspera ni decorosa, y que les obliga a utilizar vías alternativas de
dudosa legalidad para lograr llevar a la mesa el sustento de la familia.

¿Qué se puede esperar de un sistema que ha instituido la ineficiencia,
la mediocridad, la deslealtad, la burocracia y la corrupción como forma
de vida?

El poder adquisitivo está determinado por la cantidad de bienes y
servicios que dados sus precios, pueden ser comprados con una suma
específica de dinero. Así, cuanto mayor sea la cantidad de bienes y
servicios que pueden ser adquiridos con determinada suma de dinero,
mayor será el poder adquisitivo de la moneda. Por ello, la medición del
poder adquisitivo está directamente relacionada con el Índice de Precios
al Consumidor (IPC) y puede ser usada para comparar la riqueza de un
individuo promedio para un período anterior al presente o en diferentes
países en una misma época.

Si el ingreso monetario se mantiene igual, pero aumenta el nivel de
precios, el poder adquisitivo baja.

El IPC es un índice en el que se cotejan los precios de un conjunto de
productos (conocido como "canasta familiar") determinado sobre la base
de la encuesta continua de presupuestos familiares (gastos de los
hogares), que una cantidad de consumidores adquiere de manera regular, y
la variación con respecto del precio de cada uno, respecto de una
muestra anterior.

Todo IPC debe ser representativo, debe cubrir la mayor población
posible, comparable, tanto temporalmente como espacial mente, o sea con
otros IPC de otros países o períodos en un mismo país, y ha de estar
estandarizado.

Este de los jubilados es un fenómeno extremadamente complejo, que no
solo lo encontramos en Cuba. Jubilados hay en todo el mundo. Pero acá,
donde los dirigentes y sus planes utópicos hacen caso omiso a la Lógica
Económica y a las normas del mercado, donde la estructura demográfica ha
cambiado reflejándose en una población cada vez más envejecida,
combinada con una cada vez más baja tasa de natalidad, el resultado
puede ser aún más desastroso en un futuro cercano, cuando habrá muchos
más jubilados.

Si como proclaman, la salud pública y el bienestar social son los
pilares sacrosantos de la revolución cubana, ¿cómo es posible tanto
descuido e indolencia?

¿Cómo tienen los máximos dirigentes del país la desvergüenza de hablar
de eliminar gratuidades y de exceso de paternalismo, cuando fueron esas
las razones de mayor peso por las que se impuso el sistema castro-comunista?

Me comentaba un señor mayor, amigo de la familia, que en su natal
Jobabo, en la oriental provincia de Las Tunas, muchos de los ancianos
pensionados ganan su abasto cuidando los cultivos y los animales de
vecinos o parientes más jóvenes, los que en su gran mayoría se han
desplazado a centros urbanos o han emigrado a la capital. El problema es
que tienen que dormir con los animales, con los cerdos y las gallinas, o
en cabañas de paja entre los sembrados, pues el nivel de delincuencia en
estos poblados rurales abandonados de la mano de Dios, y de la
Revolución, es tan alto que de no ser así los robarían. Me dijo que eso
no se veía antes, ese nivel de miseria humana, de violencia, cuando
según la historia oficialista, éramos más pobres!

¿Qué futuro nos aguarda, qué le estamos legando a las nuevas
generaciones que algún día deberán cuidar de nosotros?

Aun mas dramática es la carga de la mujer, que quien por lo general ha
llevado las tareas domésticas, muchas veces aparejadas a sus deberes
laborales, ya sea por cuestión de idiosincrasia o por machismo. Ahora,
ya como abuela, es quien cuida de los nietos, quien hace los mandados, y
además debe encontrar tiempo para continuar siendo mujer, para presumir
y vestir lo mejor que le permita su poder adquisitivo. En muchos casos
ya a esta edad han perdido a su pareja de toda la vida, y otros
enfrentan esta difícil situación sin familia, ya sea por abandono,
porque se fueron del país o simplemente porque la vida no les permitió
formar una.

Lo ideal sería que con el supuesto advenimiento de las nuevas
condiciones económicas de Cuba derivadas del restablecimiento de
relaciones con los Estados Unidos y la derogación de la Posición Común,
la cúpula gubernamental posea la voluntad política de plantearse un
mejoramiento real y palpable en el estándar de vida de los jubilados y
pensionados.

Todo en este mundo tiene sus reglas. ¿Cómo se distribuye lo que aún no
se ha creado? ¿Y cómo lo creas si careces del relevo poblacional, de
recursos, del capital humano que ha huido del país tras años de
autoritarismo y privaciones?

Los ideólogos del gobierno lo saben, y como un remanente de la política
de los tiempos de la Guerra Fría lo utilizan como herramienta
coercitiva, ya que una población que no tiene más tiempo que el
necesario para tratar de sobrevivir e intentar proveer a su familia de
los elementos básicos para la daría subsistencia, no posee voluntad ni
medios para salir de tanta mediocridad y servilismo, para andar con la
frente bien alta el camino hacia la independencia ideológica, hacia la
democratización de la sociedad, hacia la liberación del totalitarismo
que padecen desde hace más de 5 décadas y varias generaciones de cubanos.
maparo2012@gmail.com , Steve Michael Pardo Valdés

Source: La pesadilla de ser jubilado en Cuba | Primavera Digital -
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