domingo, 14 de diciembre de 2008

Economía cubana: expectativas y peligros

Economía cubana: expectativas y peligros
Oscar Espinosa Chepe

A punto de cumplirse cincuenta años del triunfo de la Revolución y
veinte del inicio de la más profunda crisis que haya padecido el país,
el Período Especial, la economía cubana empeora, estrangulada por un
sistema disfuncional y por la acumulación de graves problemas,
potenciados ahora por una coyuntura internacional adversa y el azote de
fenómenos naturales.

Los problemas no son sólo económicos. Con la continuada y profunda
crisis económica, la sostenibilidad de toda la sociedad se derrumba, con
efectos nocivos en los planos político, social, cultural, medioambiental
y demográfico, y una incidencia muy negativa sobre el espíritu de la
nación y la autoestima de los ciudadanos, provocando el extraordinario
auge de la corrupción y otros males.

La degradación en esos aspectos no propiamente económicos, repercute de
diversas formas en la esfera productiva y en los servicios, de manera
que ha existido una perversa interacción. El resultado: una bancarrota
generalizada. Si no se le pone coto mediante cambios radicales en el
sistema —la fuente fundamental de los males—, podría conducir a
explosiones sociales de imprevisibles consecuencias.

En 1959, se abrió una etapa de grandes esperanzas y confianza en las
perspectivas futuras, y se materializaron avances en la seguridad
social, la salud pública y la educación, basados en tradiciones creadas
por generaciones anteriores y en las subvenciones masivas procedentes de
la Unión Soviética y otros países "socialistas" de Europa del Este. A
partir de 1989, con la pérdida de la ayuda, se abrió un proceso de
involución generalizada. Lo cual ha evidenciado que la economía
centralizada y el absoluto control totalitario son una barrera
insuperable para el desarrollo del país.

Este sistema bloquea el potencial económico existente, y sin su remoción
radical será imposible promover el progreso de la nación y hacer avanzar
el nivel de vida de los cubanos. Incluso las cifras oficiales publicadas
por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE)[1], con sus
inconsistencias y carencias, prueban lo extremadamente difícil de la
situación.

Después de veinte años de Período Especial se han recuperado, en
términos globales, los niveles del Producto Interno Bruto (PIB) de 1989,
aunque no con los delirantes crecimientos indicados oficialmente,
basados en metodologías que confieren una preeminencia extraordinaria al
sector servicios, mediante malabarismos rechazados por los organismos
internacionales, en primer lugar, los de Naciones Unidas (CEPAL, PNUD
entre otros), además de manipulaciones en los años tomados como base
para el cálculo de los indicadores a precios constantes, con miras a
dificultar comparaciones efectivas de la dinámica económica.

Posiblemente a partir de 2005, después de una minoración del 35 por
ciento a inicios de los 90, se alcanzaron los niveles del PIB de 1989.
Esto ocurrió como consecuencia de modestas medidas de apertura tomadas
en respuesta a la crisis: la Ley de Inversión Extranjera, el desarrollo
del turismo, licencias para el trabajo por cuenta propia, la reaparición
del Mercado Libre Campesino, la legalización y venta en divisas en las
tiendas estatales, y cierta flexibilización en la gestión de las
empresas estatales.

Estas medidas de apertura se paralizaron en gran medida a partir de
2003, cuando la subvención venezolana propició la adopción de políticas
recentralizadoras, que disminuyeron radicalmente las facultades de los
directores de empresas; eliminaron categorías de trabajos por cuenta
propia e incrementaron las prohibiciones sobre otras; se establecieron
controles sobre las monedas extranjeras y, como medio de pago, en
sustitución de las divisas extranjeras, se implantó el peso cubano
convertible (CUC).

Además de la pequeña apertura descrita, contribuyeron también a la
limitada recuperación los avances obtenidos en algunas ramas, gracias al
importante papel desempeñado por la inversión extranjera, como el
turismo —de 340.329 visitantes en 1990 pasó a 2,1 millones en 2007—,
aunque sin altos beneficios, debido a la gran dependencia de la
importación de insumos, dadas las limitaciones de la producción interna.

Hubo avances también en la extracción de petróleo y gas, llegándose a
unos 4.000.000 de toneladas de petróleo equivalente en 2007, más del
triple que en 1989. En el níquel, la fuerte participación de la Sheritt
Internacional, empresa canadiense, con su aporte de instalaciones,
financiamiento y tecnología, ha llevado al tope las capacidades
instaladas, incluidas las plantas administradas por el gobierno cubano,
para más de un 50 por ciento de crecimiento. Esto convirtió al níquel en
el producto fundamental de exportación (58,2 por ciento del total):
2.100 millones de dólares en 2007.

La cooperación venezolana ha sido un elemento decisivo en la modesta
recuperación económica: 92.000 barriles de petróleo diarios que se
pagan, el 50 por ciento, en un plazo de 90 días, y el resto, con un
término de amortización de veinticinco años al uno por ciento de
interés, con un período de gracia de dos años. Por los altos precios del
crudo, recientemente ha sido adoptado un mecanismo para el pago a 90
días en función de la cotización internacional del barril de petróleo.
En contrapartida, Cuba está prestando asistencia técnica con médicos,
enfermeras, personal paramédico, maestros y otros especialistas. Su
monto ha sido determinante en el alza de la exportación de servicios en
general: 8.500 millones de dólares en 2007. Y si esta cooperación
finalizara, sería más desastroso para Cuba que la pérdida de las
subvenciones soviéticas, a causa de las terribles condiciones actuales
de la economía.

Aun cuando en 2007 se hubiera alcanzado el PIB de 1989, no ha terminado
el Período Especial. Importantes sectores de la economía distan mucho de
los niveles precrisis. Agricultura, caza, silvicultura y pesca están a
un 35 por ciento del nivel de entonces, con caídas en la producción
cañera de un 85 por ciento y de un 16 por ciento en la existencia de
ganado vacuno. Este sector sólo generó el pasado año el 4,3 por ciento
del PIB, un ridículo porcentaje que obliga a importar el 84 por ciento
de los alimentos. Asimismo, el índice del volumen físico de la industria
por el origen de la producción es de 40,2 por ciento con respecto a
1989. La industria azucarera alcanza sólo el 15,3 por ciento; los
productos de la refinación del petróleo, el 26,4 por ciento; los
productos textiles, el 6,8 por ciento; prendas de vestir, el 20,6 por
ciento; la fabricación de papel y productos de papel, el 5,6 por ciento.
Son ejemplos del desastroso estado de la industria.

A pesar de cierta mejoría en el sector transportes por la importación de
equipamiento chino, las empresas estatales especializadas transportaron
1.600 millones de pasajeros en 2007, frente a 2.700 millones en 1990.

A este cuadro desolador no escapan la educación, la salud pública y la
seguridad social. En la educación, además de la falta de recursos y la
pérdida de medios e instalaciones, se ha acelerado el éxodo del personal
docente calificado, sustituido por profesores emergentes, jóvenes
preparados en pocos meses. Como consecuencia, hasta la ministra de
Educación ha tenido que reconocer el descenso en la calidad de la
instrucción.

Además de la carencia de recursos y medicamentos, y el deterioro de las
instalaciones, la salud pública se ha agravado por la exportación masiva
de médicos, enfermeras y personal paramédico, fundamentalmente a
Venezuela, lo que ofrece algún financiamiento a la economía, al carecer
el país de otros productos exportables tras el hundimiento de la
industria azucarera.

La situación de la Seguridad Social es peor. Más del 50 por ciento del
millón y medio de jubilados recibe una pensión de 200 pesos mensuales,
equivalentes a US$10, mientras el Estado vende a ocho dólares el
kilogramo de leche en polvo, y la gasolina de 94 octanos a US$1,87 el
litro. Aunque las estadísticas del Gobierno arrojan un 1,8 por ciento de
desempleo de la población económicamente activa, la prensa oficial ha
publicado estudios que reflejan altísimas tasas de desempleo juvenil en
distintas provincias, con datos que confirman la apreciación
generalizada —basta un recorrido por cualquier pueblo cubano— de la gran
cantidad de personas en edad laboral que deambulan por calles y plazas
en horario de trabajo. Al cierre de 2007, el salario promedio mensual
era de 408 pesos, unos veinte dólares. Especialistas oficiales han
calculado que, producto de la inflación, en 2006 el salario real mensual
(en pesos cubanos de 1989) fue de 45 pesos, una reducción de un 76 por
ciento respecto a 1989.

La propaganda del Gobierno pondera la subvención a los precios de la
canasta básica de alimentos vendida mediante el racionamiento —que hoy
sólo satisface menos del 50 por ciento de las necesidades mínimas de una
persona—, pero no reconoce la subvención del Estado por los
trabajadores, quienes cobran salarios muy por debajo de los niveles
internacionales. Lo cual se ve agravado por el actual proceso
inflacionario, con elevaciones muy significativas de los precios de la
leche, alimentos, jabón, aceite, transporte y combustible.

La productividad del trabajo y su relación con el salario medio muestra
también tendencias preocupantes. Tomando como base el año 2000, la
productividad creció hasta fines del 2007 un 39,5 por ciento —calculado
sobre un PIB oficial sobreestimado— mientras que el salario medio
mensual lo hizo en un 71 por ciento. Por concepto de salario, el costo
de producción por unidad del PIB creció más del veinte por ciento, lo
que aumentaría con un PIB real.

En 2007, por cada dólar exportado se importaron 2,72, a pesar del precio
excepcionalmente alto del níquel en el mercado internacional, para un
déficit de 6.400 millones —casi el doble del total de las
exportaciones—. Algo insostenible si no fuera por las ventajosas
"relaciones" comerciales con Venezuela.

Pero el problema más grave es la continua desvalorización del capital
humano y material. La infraestructura se destruye —calles, viviendas,
parques, instalaciones deportivas, hospitales, carreteras— sin la debida
reposición ni aumento del patrimonio. El parque industrial desaparece o
se hace obsoleto. Otra parte continúa funcionando con muchas
dificultades por el envejecimiento, la carencia de mantenimiento y la
obsolescencia tecnológica.

El transporte está constituido, en gran parte, por equipos retirados del
servicio en otros países. Sobrecargados, transitando sobre vías
destruidas, y con deficiente mantenimiento, desaparecen con rapidez. En
muchas ciudades del interior, los medios automotores han sido
sustituidos por vehículos de tracción animal, con los consiguientes
riesgos epidemiológicos.

Consecuencia de la descapitalización generalizada es la pérdida, durante
el proceso de transmisión y distribución a través de líneas,
subestaciones, postes y otros elementos en precario estado, del 16-17
por ciento de la electricidad generada; la pérdida en trayecto del 60
por ciento del agua bombeada para el consumo. Otra consecuencia es que,
según datos oficiales, el 43 por ciento del fondo habitacional está en
malas o regulares condiciones; que la velocidad promedio de los trenes
no rebasa los 42 kilómetros por hora; que el alcantarillado sea
disfuncional, y que los deficientes equipamientos no garanticen otros
servicios básicos.

Las cifras macroeconómicas confirman estas apreciaciones. Las tasas de
formación bruta de capital fijo en porcentajes del PIB en los últimos
dieciocho años no han rebasado el doce por ciento, cuando en 1989 fue
del veinticinco. En estos años, Cuba ha tenido la tasa más baja de
Latinoamérica: menos de la mitad de las tasas de los países más
avanzados —Chile, Costa Rica, México, Argentina y Brasil—. Lo que se
traduce en falta de crecimiento económico, pobre eficiencia productiva y
baja competitividad.

La llegada al poder de Raúl Castro. Expectativas

A finales de julio de 2006, el General Raúl Castro recibió una sociedad
en absoluta crisis y, considerando su pragmatismo, su propensión al
trabajo colegiado y sus dotes organizativas, algunos analistas
vaticinaron una etapa de transformaciones económicas. Dada su menor
estatura política en relación con Fidel Castro, para poder gobernar
necesitaría elevar el desastroso nivel de vida de la población, algo
imposible sin la liberación del potencial económico del país, sólo
alcanzable con reformas radicales liberadoras de las fuerzas
productivas,. Sus discursos —como el de 26 de julio de 2007, crítico y
realista—, así como sus anuncios sobre posibles cambios estructurales y
de conceptos, incrementaron las ilusiones. En las discusiones
posteriores de ese discurso en los órganos del Partido y centros de
trabajo se recogieron miles de criterios favorables a los cambios.

Sin ser un demócrata, Raúl Castro inició una etapa de cierto sosiego
—menos actos políticos, descenso de la propaganda asfixiante en los
medios de difusión—. La programación de los medios, tradicionalmente
supeditados a discursos y otros adoctrinamientos, empezó a respetarse
más. En sus escasas y breves intervenciones públicas, Raúl sugirió el
posible mejoramiento de relaciones con la próxima Administración
norteamericana, criterio inmediatamente rechazado por Fidel Castro en
sus "Reflexiones".

La represión contra la oposición ha continuado, aunque con métodos más
sutiles, para dar una imagen internacional distinta. Se han firmado los
Pactos Internacionales de Derechos Humanos, aunque se desconoce si la
Asamblea Nacional del Poder Popular los ratificará. De los 75
prisioneros de conciencia de marzo de 2003, 55 continúan en cárceles
infrahumanas, junto a otros prisioneros políticos pacíficos. Su
liberación es condición necesaria para el mejoramiento de relaciones con
Estados Unidos y la Unión Europea. Desde que Raúl Castro y la prensa
oficial han reconocido problemas que fueron denunciados durante años por
la disidencia, su encarcelamiento se ha hecho más absurdo.

El 24 de febrero de 2008, Raúl Castro fue designado presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros. Prometió cambios y terminar con
prohibiciones absurdas. A finales de abril, empezaron las ventas de
computadoras, teléfonos móviles, electrodomésticos y motocicletas, y se
permitió a los cubanos alojarse en los hoteles destinados al turismo,
todo ello pagado en CUC. Aumentaron las ilusiones —junto con la entrega
de tierras a los campesinos, la perspectiva de modificación de los
procedimientos para viajar, y la autorización de compra-venta de
automóviles, casas y otros bienes— de que sería el inicio de un proceso
liberalizador, y algunos hasta llegaron a vaticinar la eliminación de la
doble circulación monetaria que tanto daña a toda la economía y la
sociedad, y que tanto irrita a los cubanos.

Semanas después, los cambios se paralizaron y la prensa oficial atenuó
sus comentarios sobre las reformas. Se redobló la persecución de las
personas vinculadas a la economía informal que, obligadas por las
circunstancias, actúan al margen de la ley. Se puso en vigor una fuerte
campaña contra las "indisciplinas sociales", alimentadas por la falta de
esperanza de la población (en particular, los jóvenes) en el futuro.

Resulta inaceptable el apedreamiento de ómnibus, la destrucción de
teléfonos públicos, el robo de las estructuras y los cables de las
torres de alta tensión, el crecimiento desmesurado de las acciones
ilícitas y la corrupción. Pero esta cuasi-anarquía es el síntoma de una
sociedad en descomposición. Lo óptimo sería que todo el mundo trabajara
legalmente, pero el Estado totalitario, empeñado en controlar hasta el
último resquicio de la sociedad, no lo permite. La única solución es
crear un marco legal a la economía sumergida. Que esos trabajadores
obtengan beneficios, ofrezcan bienes y tributen al presupuesto nacional.

La paralización de los cambios culminó el 26 de julio pasado. Raúl
Castro expuso ideas y terminología tradicionales y, en lugar de cambios,
anunció dificultades y carencias. Eliminó el anterior mensaje
constructivo hacia la futura Administración norteamericana, contra las
señales positivas que meses antes había enviado el candidato Barack
Obama —sobre la eventual eliminación de las restricciones de viajes y
remesas impuestas a los cubanoamericanos, sobre una diplomacia
constructiva y posibles conversaciones de alto nivel sin
condicionamientos previos—. Este cambio de mansaje de Raúl Castro podría
deberse a presiones del sector inmovilista, o a una participación más
activa de Fidel Castro en la toma de decisiones.

A finales de abril, el pleno del Partido Comunista modificó la
estructura de dirección y convocó un próximo congreso para finales de
2009. Este crucial acontecimiento ha tenido en los medios oficiales una
difusión mínima, y Fidel Castro, primer secretario aún, no ha dedicado
al tema ninguna de sus "Reflexiones".

En junio, durante una reunión de la Asamblea Nacional, se anunció la
modificación radical del Sistema de Seguridad Social, posponiendo la
edad de retiro de las mujeres a 60 años y a 65 para los hombres. Para
obtener la jubilación se necesitarán 30 años trabajados, cinco más que
antes, y los trabajadores tendrán que contribuir con parte de su salario
al financiamiento de la Seguridad Social. La justificación para esta
medida, que se presentará en los centros de trabajo para convertirse en
ley en diciembre, es la reducción en un 70 por ciento de la tasa de
fecundidad (hasta 1,43 hijos por mujer) y de la tasa de reproducción
(hasta 0,69 hembras por mujer), insuficientes para el aumento
poblacional. Se alega, además, que se ha incrementado la esperanza de
vida al nacer hasta 77,2 años, con un constante envejecimiento
poblacional —actualmente, el 16,6 por ciento de la población es mayor de
60 años, cifra que aumentará hasta el 26,1 por ciento en 2025—. Lo cual
indica el rechazo de las familias a reproducirse en un entorno de
calamidades exento de futuro. Al empeoramiento de la situación
demográfica, debe añadirse un elemento soslayado por las autoridades: el
éxodo en busca de oportunidades. En el período 2000-2007, el saldo
migratorio externo fue, según datos oficiales, superior a 250.000
personas, con amplia participación de jóvenes, cifra que podría ser muy
superior en el futuro, de continuar el deterioro del nivel de vida.

En junio de 2008, fue promulgado el Decreto-Ley 259 sobre la entrega de
tierras ociosas en usufructo a campesinos individuales, por diez años,
prorrogable por el mismo período, y por veinticinco años, a personas
jurídicas, igualmente prorrogable. Esos plazos demuestran la prioridad
dada a estos últimos, fundamentalmente granjas estatales o
semiestatales, Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), y
Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), a pesar de ser las
responsables de las ineficiencias y de que más del 50 por ciento de las
tierras cultivables estén ociosas. A lo anterior se añaden en el
Decreto-Ley numerosas limitaciones, en particular, las facultades
conferidas al Estado para cancelar el usufructo. Se reiteran las viejas
regulaciones sobre la obligatoriedad de realizar los cultivos que
demande el Estado, sin conceder libertad a los productores para vender
sus cosechas. No se establecen posibilidades de créditos y otras formas
de financiamiento, ni están bien definidas las vías para el
aseguramiento de los insumos y otros recursos. Al obviar la entrega de
la tierra en propiedad, se deja mucho margen al control del sector
agropecuario por el Estado, lo cual podría limitar considerablemente la
producción de alimentos.

Perspectivas

El futuro de la economía cubana es incierto; podría incluso empeorar.
Raúl Castro ya anunció malas noticias en perspectiva. A esto se suman
los destrozos ocasionados por dos huracanes en septiembre y el
incremento de los precios de los alimentos en el mercado mundial. En
2008, Cuba deberá sufragar por ese concepto más de 2.000 millones de
dólares. La cotización del petróleo es muy elevada, mientras que el
precio del níquel —58 por ciento de las exportaciones cubanas en 2007—
ha caído considerablemente. El turismo y las remesas del exterior
podrían afectarse seriamente debido a la crisis internacional que afecta
a países emisores de visitantes y a la sensible ralentización de la
economía estadounidense. Por otra parte, el sustento de Venezuela podría
tornarse inestable en un año electoral, cuando el presidente Chávez
podría tener serios escollos internos. Existen ya indicios de que la
capacidad de pago cubana tiene grandes dificultades, al extremo de que
entidades aseguradoras de crédito en países como Japón han decidido
cancelar sus operaciones con Cuba. La deuda exterior era de 15.400
millones de dólares a fines de 2006, y la Oficina Nacional de
Estadística no ha publicado los datos de 2007. Posiblemente, ello
responde a un notable crecimiento de la deuda.

La economía está en condiciones muy difíciles, a lo cual se añade el
agravamiento de la situación política provocada por tantos años de
penurias. El estado de ánimo se ha vuelto más desfavorable al Gobierno,
debido a la frustración de las esperanzas de cambios generadas por el
general Raúl Castro. Hoy es más evidente que sólo existen dos opciones:
el inicio gradual de cambios radicales que saquen al país de la crisis y
propulsen un paulatino avance social, o el inmovilismo que lleve a una
desesperación aun mayor y provoque el caos.

Cuba tiene un importante potencial económico que podría explotarse en
beneficio de todos. Posee una población económicamente activa
relativamente instruida —64,7 por ciento tiene educación superior o
media-superior—. Con alicientes adecuados, sería altamente eficiente. A
esto se agrega una exitosa y sólida comunidad cubana en el exterior, con
conocimientos, recursos financieros y tecnológicos, y la experiencia
acumulada durante largas estancias en países democráticos. Una comunidad
lista para participar en la reconstrucción nacional, si se crearan
condiciones aceptables.

Con su excelente ubicación geográfica, cerca de América Latina y a pocas
millas del mercado más rico y poderoso del mundo, el país posee áreas de
desarrollo con magníficas perspectivas, que serían mayores de superarse
la carencia energética, gracias a la explotación de yacimientos de
petróleo y gas —producción que abasteció el 50 por ciento del consumo
nacional en 2007, y que podría incrementarse con las prospecciones en el
Golfo de México.

El turismo ofrece ventajas significativas por la cercanía a Norteamérica
y las relaciones ya establecidas con el mercado europeo. Esta actividad
crea un efecto multiplicador sobre la economía, al demandar gran
variedad de productos y servicios.

La producción de níquel y cobalto puede seguir desarrollándose, con el
objetivo de utilizar esos metales para la elaboración de aceros
especiales en aleación con la reserva ferrosa existente.

La industria azucarera deberá priorizarse. Incapaz de producir hoy
suficiente azúcar para satisfacer las necesidades nacionales y cumplir
algunos compromisos de exportación, podría reconstruirse para elaborar
subproductos —etanol, materiales de construcción, alimento animal,
productos químicos— y promover la cogeneración de energía eléctrica para
el sistema nacional.

La ganadería, en especial la vacuna, podría recuperarse para que ocupe
el sólido lugar que tuvo en la economía cubana, y la producción
tabacalera, con las ricas tradiciones heredadas, deberá seguir como
baluarte importante.

La proximidad a Estados Unidos provee condiciones favorables para la
promoción de la cooperación industrial e inversiones en áreas como la
informática, y en el desarrollo de proyectos que aprovechen la
calificación existente.

Los avances en la salud podrán continuar su contribución económica
mediante el envío de profesionales calificados a otros países, pero
sobre nuevas premisas, para que, sin perder raíces humanistas, sea
fuente de recursos sobre la base de la voluntariedad y el provecho
propio de las personas involucradas. Y deberá alentarse la producción de
medicamentos para satisfacer las necesidades internas y crear excedentes
exportables.

Este resumen de las potencialidades y ventajas comparativas de la
economía cubana no intenta agotar las posibilidades. Caben aquí también
la industria del entretenimiento, particularmente la música, la danza y
otras manifestaciones artísticas, así como el deporte. Actividades que,
despojadas de asfixiantes dogmas, podrían captar divisas y ser fuentes
de empleo, e instrumentos para la superación de la ciudadanía.

Existen muchas opciones, pero es determinante el cese del bloqueo actual
de las fuerzas productivas por un sistema que ha resultado una camisa de
fuerza para las energías creadoras del pueblo cubano. Urge el
establecimiento de un programa integral de reformas, preferiblemente
graduales, para evitar políticas dolorosas que pudieran desencadenar la
desestabilización social. En primer lugar, resulta urgente la
reestructuración agraria para la explotación racional de la tierra
cultivable. Debe permitirse sin dilación el trabajo por cuenta propia y
la creación de pequeñas y medianas empresas.

En una etapa inicial, estas medidas podrían impulsar la economía creando
empleo eficiente, riquezas y otorgando flexibilidad a la estructura
productiva, haciéndola más sensible a los cambios del mercado en un
mundo competitivo y dinámico. Deberán desaparecer los prejuicios
actuales hacia la inversión extranjera, pues Cuba carece del capital
necesario, tecnología y acceso a los mercados.

La propiedad privada, el mercado y una sana competencia son herramientas
indispensables para las transformaciones requeridas por la sociedad
cubana. Sin embargo, sería ingenuo suponer que el mercado, sin la
participación consciente de una sociedad democrática, resolverá
automáticamente los problemas. Urgen los cambios radicales y el trabajo
mancomunado de todos los cubanos, sin ataduras absurdas ni
discriminaciones políticas.

[1] En este trabajo se han empleado las siguientes fuentes: Anuarios de
la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE). Anuario Estadístico
de América Latina y el Caribe, CEPAL, 2007. Informe sobre Desarrollo
Humano; PNUD, 2007-2008. Cuba, country report, 2008-2009; de The
Economist Intelligence Unit. Mesa-Lago, Carmelo; "El envejecimiento de
la población y la carga creciente de las pensiones de Seguridad Social
en Cuba"; en Revista Nueva Sociedad; julio-agosto, 2008. Mesa-Lago,
Carmelo; The Cuban Economy in 2006-2007. Fidel´s Legacy and Raul´s
Policies; Paper presented at the XVII Annual Meetings of ASCE, 2007.
Vidal, Alejandro Pavel; "La inflación y el salario real"; en Economic
Press Service IPS, marzo 15, 2007. Espinosa Chepe, Oscar; "¿Amanecer
cubano?"; en El País; abril 16, 2008. Espinosa Chepe, Oscar; Cuba bajo
el signo de la incertidumbre; Ponencia a la Conferencia de la
Solidaridad de Trabajadores Cubanos (STC), agosto, 2008. Espinosa Chepe,
Oscar; "Cuba, seguridad social insegura"; en El Nuevo Herald; agosto 22,
2008. Espinosa Chepe, Oscar; "Cuba y las elecciones en Estados Unidos";
en El País; septiembre 4, 2008.

http://www.cubaencuentro.com/revista/revista-encuentro/archivo/50-otono-2008/economia-cubana-expectativas-y-peligros

No hay comentarios:

Publicar un comentario